El corazón de Europa, Polonia, un país que en el pasado fue una división entre Europa Occidental y Oriental, ahora representa un territorio completamente nuevo, que ha tenido la fuerza y el valor de levantarse y reinventarse.
NOTAS HISTÓRICAS SOBRE POLONIA
Los primeros pueblos que habitaron las tierras polacas fueron los celtas y luego los ánades reales. El antiguo reino polaco tomó forma en el siglo X con la dinastía Piast. A lo largo de los años, el territorio y el reino de Polonia fueron fragmentados y divididos entre Austria, Prusia y Rusia. En el período napoleónico se creó el Gran Ducado de Varsovia, gobernado por Federico Augusto I de Sajonia; después de este período fue gobernado por los zares rusos que redujeron su libertad, hasta que la anexionaron. Al final de la Primera Guerra Mundial, con la capitulación de Alemania, Polonia obtuvo la independencia y el reconocimiento de sus fronteras por parte de la Rusia bolchevique. En la Segunda Guerra Mundial Polonia fue invadida y luego dividida entre nazis y soviéticos, seguida incluso después de la Guerra Mundial por deportaciones y exterminios del pueblo polaco. La proclamación de la República Popular Polaca tuvo lugar en 1952. En 1990 fue elegido el presidente Lech Wałęsa, quien reconoció los derechos civiles y humanos, como la libertad de expresión.
QUÉ VER EN POLONIA
Polonia ofrece muchas ciudades y lugares interesantes para descubrir: Varsovia, la capital; Cracovia, Gdansk, Poznań, Wrocław y Sandomierz, donde encontrarás una interesante mezcla de culturas europeas que se ha tejido a lo largo de la historia. Un lugar muy característico y peculiar es la Mina de Sal de Wieliczka, una mina muy extensa de gran importancia para Polonia, con nueve niveles de yacimientos, que hoy se han convertido en una ruta turística de valorización. Al sur del país se encuentran dispersas aquí y allá las características iglesias de madera, tanto cristianas como ortodoxas, que se han convertido en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. La ciudad de Zamość es de visita obligada, la peculiaridad de este lugar, además de su belleza, es el concepto arquitectónico que hay detrás de su construcción: es uno de los pocos, quizás el único que se acerca al concepto renacentista de la ciudad ideal.
QUÉ COMER EN POLONIA
Comienza con raviolis rellenos de queso y setas, o con col y carne: estos son los Pierogi, que también se pueden disfrutar en la versión dulce, se sirven con tocino ahumado salteado en una sartén. La cocina polaca es rica en sopas tradicionales, la remolacha a base de Barzcz, o kapuśniak a base de col encurtida. El plato más conocido de la tradición culinaria polaca es el bigos, un guiso de varias carnes, coles y chucrut con la adición de ciruelas secas y otras especias. Un exquisito postre que recuerda al strudel de manzana es el makowiec, con semillas de amapola.